En una época en la que niños y niñas acudían a las aulas por separado y estudiaban materias distintas o en que las mujeres adultas vigilaban a sus hijos e hijas durante los bailes, para que no se “arrimasen” en demasía, no es de extrañar que la literatura también sesgase ambos sexos. Así fue en el caso que nos ocupa: el tebeo.

La historieta de chicos, el masculino, se centraba, básicamente, en los héroes y en sus aventuras, algo que desaparece en su totalidad en el cuaderno femenino, cuya temática gira en torno al romance.

Estos tebeos fueron evolucionando conforme sus lectoras fueron creciendo. En los impresos a lo largo de los años cuarenta, la protagonista es una niña que cree que la felicidad está en casarse con un príncipe o un noble. Es una historieta romántica, pero con fantasía, con ese toque de cuento de hadas (por la búsqueda del príncipe).

Es a partir de los años cincuenta cuando estos tebeos se centran en la chica adolescente. Ahora son historias de amor melodramáticas, llenas de los convencionalismos habituales del género. El rol de la mujer es ser esposa, madre abnegada y ama de casa: sin un trabajo fuera del hogar, centrada en las tareas domésticas, dedicada plenamente a sus hijos/as, a la cocina, a la costura… Un estereotipo -por el que también está regido el varón- que no se cuestiona y del cual depende su felicidad. El objetivo de estos tebeos es que la lectora asimile el rol, en parte porque de esta forma el hombre puede desarrollar el suyo (valiente, fuerte…).

Este nuevo tebeo femenino, además, idealiza una vida inexistente e inalcanzable. Algunas historietas representan el estilo de vida americano y, en cierto modo, también lo critican, desde el punto de vista de la ética y la moral españolas del momento.

Los grafismos cercanos a lo infantil de los años cuarenta son sustituidos, a partir de los cincuenta, por el realismo. Los dibujantes se centran en la minuciosidad y en el gusto por el detalle: la ropa, las joyas, los adornos, la decoración…

Ya será a finales de los años sesenta y principios de los setenta cuando se explote la sexualidad de la mujer en estas revistas: portadas protagonizadas por mujeres exuberantes vestidas con tops o bañadores, que se dedican al espionaje o son asesinas, con vidas muy activas llenas de aventuras... Historias alejadas del conformismo anterior, pero que dan pie a nuevos estereotipos y barreras. Trillizas es un ejemplo de esta nueva etapa, la vida de tres hermanas que trabajan como agentes secretos.

Mariló (1950-1959)

Mariló es el gran tebeo femenino valenciano, editado por Editorial Valenciana entre 1950 y 1959, de periodicidad quincenal y con doscientos treinta y nueve números publicados, (más ocho extraordinarios).

Desde sus inicios hasta 1957 aproximadamente, la revista está orientada a niñas. Son historias protagonizadas por niñas traviesas, en un tono eminentemente cómico -y un tanto pedagógico-, que suelen jugar con el chasco de la protagonista. Rudy “Pecas”, por ejemplo, sigue este hilo de decepciones finales con humor.

No obstante, a partir del número ciento cincuenta, las niñas traviesas de Mariló ceden el terreno a las “heroínas” adolescentes. Se convierte en revista juvenil femenina y los argumentos se centran en las aspiraciones de este público: el romance, la búsqueda de novio y las relaciones con los chicos; el príncipe azul de los inicios es sustituido por un médico o un ingeniero. Las protagonistas tienen una vida muy activa, pero son desgraciadas hasta que no alcanzan la felicidad, que consiste en estar casada y ser rica. Asumimos, por tanto, que esas dos situaciones son inseparables: para ser feliz hay que ser rica y estar casada. Así, muchas veces la historia se basa en el tópico de “a la caza del hombre”, de conseguir un buen marido que las mantenga.

Estas historias no reflejan la vida de chicas de clases bajas, sino de muchachas de buena familia que lo tienen todo gracias a su marido, que son calladas y obedientes y que desean fervientemente la maternidad.

El tebeo explota, además, la fascinación por la forma de vida americana. Pese a ser protagonistas españolas, éstas son universitarias, viven en chalés con jardín, van a fiestas, tienen cochazos, salen con chicos atléticos… Pero la vida de estas adolescentes semiamericanas está muy lejos de las circunstancias que se vivían en España, de ahí que Mariló jugase con las aspiraciones idealizadas del futuro de aquellas chicas, habitualmente de clase media y baja. Esa vida, para la lectora, simboliza la independencia femenina. No obstante, aunque se idealiza esa vida americana, la moral española sigue arraigada y la revista critica los comportamientos de ciertas personas famosas. La adolescente de la historieta es una “cabecita” loca, pero es buena y es, ante todo, decente.

El dibujo en esta segunda etapa es tan realista que incluso aparecen objetos y lugares que existen en la vida real, como coches de marcas famosas, ciudades o calles. Las últimas páginas las ocupan textos que hablan de películas y de artistas de cine, así como artículos de temática sentimental; consejos de moda y hogar; biografías de mujeres célebres; labores y costura…

En cuanto a la portada, en sus primeros números el título de Mariló aparecía junto a un lazo y un perro, reforzando el carácter femenino de la publicación. La portada, no obstante, seguía siendo una historieta a todo color. Estos elementos reconocibles de la revista desaparecen en el año 1952, ya en el número treinta y siete el título aparece sin esos dos detalles. Pero es cuando su público comienza a cambiar cuando la portada da un giro total: la viñeta cómica desaparece y pasa a ser una ilustración completa de una mujer/muchacha, muchas veces desbordada por las tareas domésticas.

Autora: Marian Tristán, coordinadora del Museo Escolar.

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PORCEL, A. GIMENO, M. PUCHADES, J. y PORCEL, P. (coord.): Historia del tebeo valenciano, Editorial Prensa Valenciana, 1992.